El 12 de Marzo hice una visita al Colegio Juan Paniagua de Almayate Alto en Málaga.
Fue una mañana estupenda, de ésas que no se olvidan. Profesores y alumnos, desde los de Primero hasta los de Sexto, me hicieron sentir como en casa, y, sobre todo, me demostraron que, para ellos, lo mismo que para mí, leer es una forma de vivir.

Viva sentía yo, en las palabras de los más pequeños, a mi lagartijita, ésa a la que, por el único motivo de tener los ojos rojos, todo el mundo le decía que no era una lagartija sino un bicho raro… ”¡Qué tontería!”, decían a coro muchos labios indignados. “¡Qué tontería!”, repetía yo con parecida indignación.
Carolina, Picofino y Teobaldo revoloteaban alegremente entre los alumnos de Tercero y Cuarto y yo, y juntos compartimos las ironías y los mensajes ocultos que las gallinas y gallos, representantes de los humanos, dejaban sueltos en el aire de nuestro particular gallinero.
Los de Quinto y Sexto me hablaron de Rafa Ardilla e Inés, los chicos que, por casualidad, anudaron una amistad tan honda como sincera, como si también fueran sus amigos.
Y además, también estaba el cálido ambiente de la Biblioteca, y su decoración, imaginativa y preciosa, en la que todos habían participado, con dibujos, figuras de papel, plastilina, incluso con guantes de plástico, convertidos, por arte de magia, en gallinas de empinada cresta.
Por último me entusiasmaron los trabajos de los mayores, analizando profundamente el contenido de la historia que habían leído, es decir, vivido.
En fin, una de esas mañanas en las que me sentí feliz por hacer el trabajo que hago: escribir para niños y jóvenes.
Gracias a los profesores y alumnos del Colegio Juan Paniagua.