Muchas gracias a mis niños lectores del Colegio Aloha-Huber Park de Oregón (E.E.U.U.) y a su profesora, que con su cariño me han inundado de emoción.
Me dicen que han disfrutado con la historia de Viento Pequeño, y que también han pensado en lo que quieren ser de mayores.
¡Importantes!, por supuesto, todo el mundo quiere serlo; pero importantes son sólo aquéllos que ayudan a los demás a ser más felices y más buenos. Las otras importancias no merecen la pena, ellos lo saben y me lo dicen en sus cartas.
Gracias por hacerme sentir que mis libros llegan a vuestros corazones. Estoy segura de que a Viento Pequeño esta vez no le ha importado volar sobre el mar, porque sabía que iba a llegar hasta vuestras manos y vuestros corazones.
Muchas gracias a los profesores y alumnos de los institutos Andalán y Azucarera de Zaragoza.
Gracias por leerme y escucharme. Gracias por vuestra cordialidad y vuestra atención. Con vosotros me sentí como en casa, y el tiempo me supo a poco… Estaba tan contenta que me parece que mi alegría se escapó por debajo de las puertas, salió al exterior y acabó disipando la niebla…y convirtiendo una mañana gris en un día luminoso, al menos para mí. Gracias a vosotros volví a Madrid con el alma más ancha y mucho más entera.
Y muchas gracias a todos mis amigos lectores, profesores y alumnos de cualquier parte, tanto de España como de más allá, de mucho más allá… Estéis donde estéis, recordad que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.
Felices Navidades y un abrazo, hondo, ancho y verdadero de vuestra amiga escritora.