Hace años y años que visito colegios para hablar con mis lectores. Es una actividad enormemente satisfactoria, que me llena de alegría y que me hace sentir que lo que escribo sirve para algo. Muchas veces he hablado de los niños y sus profesores; sin embargo, ahora me doy cuenta de que nunca lo he hecho de aquellas personas que, en la mayoría de los casos, hacen posibles tales encuentros. Me refiero a los comerciales de las editoriales con las que trabajo. Son ellos los que introducen mis libros en los colegios, son ellos los que me acompañan y presentan en los distintos centros, son ellos los que me arropan y me ayudan.
Siempre me han tratado con consideración exquisita. Con el paso del tiempo se han convertido en amigos muy queridos. ¡Todos!, los que ya no están y los que continúan estando. No olvido a ninguno, y a todos les agradezco su amistad y consideración. Yo sé lo mucho que se esfuerzan y trabajan para que los niños lean, y más ahora, en estos tiempos difíciles, donde la lectura, siempre tan necesaria, no llega a tantos como antes llegaba.
¡Ánimo, amigos!, estamos juntos en el empeño de hacer que los libros sigan siendo una forma de vivir otras vidas, de conocer otros mundos.
A vosotros, y también a los coordinadores, que, desde sus despachos, nos abren el camino que lleva hasta los niños, mi más sincero agradecimiento. Creo que ya sabéis que en mí tenéis una amiga verdadera.
Un abrazo hondo.